Un estudio advierte de que los menores con menos recursos tienen una probabilidad cuatro veces mayor de sufrir problemas de salud mental que aquellos que viven en hogares más acomodados
Paola NagovitchMadrid – 14 dic 2021 – 12:03 CET54
A Judith le diagnosticaron depresión, ansiedad y trastorno adaptativo a los 11 años. “El tema del suicidio lo pensaba cada día, cada noche”, recuerda ahora con 18 años. También ha tenido trastornos alimenticios por el acoso al que se enfrentaba en la escuela, donde le hacían bullying. No obstante, consiguió ayuda y su estado mental estaba mejorando. Hasta que llegó la pandemia: “Me caí totalmente”. Judith le pone cara a otro problema más que la covid-19 ha agravado: las enfermedades mentales en la infancia y la adolescencia. Su testimonio está recogido en el último informe de Save the Children, en el que la ONG concluye que los trastornos mentales entre menores de 4 a 14 años de España se han triplicado desde 2017, el último daño con datos comparables, algo que la organización atribuye a la crisis del coronavirus. Además, se advierte de que los niños de las familias con menos rentas tienen más posibilidades de sufrir este tipo de problemas.
En concreto, los trastornos mentales afectan hoy al 4% de niños y adolescentes de entre 4 y 14 años, mientras que en 2017 afectaban solo al 1,1%. Estos trastornos incluyen, además de la depresión o la ansiedad, reacciones excesivas de irritabilidad o frustración. Los trastornos del comportamiento también han aumentado en la misma franja de edad del 2,5% al 6,9%. Estos últimos presentan síntomas como el déficit de atención o la hiperactividad. Así se recoge en el informe Crecer Saludable(mente), publicado este martes. El estudio se basa en una encuesta de 2.046 padres y madres hecha en septiembre. En su sondeo, Save the Children clonó las preguntas que se hicieron en la última Encuesta Nacional de Salud (ENS), publicada en 2017 por el Ministerio de Sanidad. El informe, al igual que la ENS, analiza la percepción que tienen los padres sobre la salud mental de sus hijos, independientemente de que estos trastornos hayan sido diagnosticados o no.
El director general de Save the Children, Andrés Conde, ha señalado en la presentación del análisis que existe “una anomalía”: mientras los trastornos identificados por los padres han aumentado, “los diagnósticos médicos de estos problemas han disminuido muy significativamente”. Se refiere a que entre 2017 y 2021, los diagnósticos de los trastornos mentales percibidos por los padres y madres pasaron del 83,2% al 74,6%, y los de conducta del 93,1% al 75%. Se debe, según Conde, a la saturación del sistema sanitario durante la covid-19. Y añade: “Esto nos tiene que preocupar porque la salud de la infancia está muy deteriorada, pero hay una incapacidad del sistema de diagnosticarla como merece”.
El empeoramiento de la salud mental de los niños se ha producido de manera desigual. El informe concluye que los menores que viven en hogares con menos recursos son los más afectados: el 13% de ellos padecen enfermedades mentales o de conducta, frente al 3% de aquellos que viven en hogares de renta alta. Es decir, los niños pobres tienen una probabilidad cuatro veces mayor de sufrir problemas de salud mental que aquellos que viven en hogares más acomodados. Esto ya era evidente en 2017, cuando el número de trastornos mentales de menores que vivían en casas con rentas bajas (2%) triplicaba el de aquellos con rentas altas (0,6%). Pero la pandemia ha agudizado esa brecha, según Alexander Elu Terán, coordinador del informe. “Es especialmente pertinente prestar una mayor atención a la infancia vulnerable en riesgo de pobreza”, ya que estos niños son más susceptibles a generar trastornos mentales derivados de la situación económica de sus familias, señala Elu Terán.
Además del elemento socioeconómico, Save the Children también ha analizado cómo la edad y el sexo de los menores afecta el desarrollo de problemas de salud mental. Por edad, los trastornos mentales son mucho más frecuentes entre mayores de 12 años, mientras que los de conducta aparecen en edades más tempranas. Por sexo, los trastornos mentales son mucho más comunes en niñas, mientras que los de conducta lo son en niños.
El suicidio y la pandemia
Save the Children incluyó en su sondeo preguntas sobre ideaciones de suicidio, una cuestión no incluida en la ENS de 2017. Según la percepción de los padres entrevistados, un 3% de los menores tienen o han tenido pensamientos suicidas a raíz de la pandemia. Al igual que los trastornos mentales, los pensamientos relacionados con el suicidio varían con la edad, incrementándose a medida que se alcanza la adolescencia. El sexo también influye: si bien las niñas parecen más afectadas por pensamientos o ideaciones suicidas, son los niños quienes terminan por cometer en mayor proporción este acto. La renta familiar es otro factor relevante, ya que el porcentaje de padres con menos recursos que consideran que sus hijos han tenido pensamientos suicidas (4%) triplica el de familias con rentas altas (1,3%).
En los últimos meses, se ha disparado el número de adolescentes y jóvenes que han llamado al teléfono de la esperanza, línea de atención al suicidio, tal y como indica el documento de Save the Children. En 2020 la asociación atendió en España un total de 160.646 llamadas, un 38% más que el año anterior. De estas, unas 3.000 eran de menores de 18 años, un 1,9% del total.
El papel de los centros educativos: prevención e identificación temprana
Más allá de los efectos de la pandemia, explica Elu Terán, el aumento registrado en los últimos cuatro años se debe también a que los padres están cada vez más capacitados para identificar estos trastornos en sus hijos. El experto considera esa concienciación un logro, pero insiste en que “hay que hacer mucho más”. La ONG recomienda empezar por los colegios, donde los menores pasan gran parte de su tiempo. El portavoz de Save the Children explica: “Cuando nos referimos a la infancia, hay que tener en cuenta que estamos hablando de un grupo de personas que tienen menos herramientas para reconocer y comunicar este tipo de problemas”. Ante esa falta de instrumentos, “la comunidad educativa tiene un papel clave,” según Elu Terán. En el informe se subraya la importancia de dotar a los centros y a los docentes con los recursos necesarios y la formación adecuada, tanto para prevenir el desarrollo de estos trastornos en la infancia como para intervenir en la adolescencia cuando se detecten.
Si necesita ayuda:
Teléfono de la Esperanza: 717 003 717
Programa de prevención, divulgación y formación de la Fundación Española para la Prevención del Suicidio: www.prevensuic.org
Web para problemas de salud mental en jóvenes. Mind-u.cat
Asociación para la prevención del suicidio La niña amarilla.
Fundación Anar, Ayuda a niños y adolescentes en riesgo. www.anar.org. Teléfono gratuito de ayuda a menores: 900 20 20 10
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