Los niños lideran la incidencia pero no la positividad, ¿a nadie le inquieta esto?

Sábado 11 de Diciembre

Los niños son foco de atención mediática y social en relación con la pandemia. En las últimas semanas, la autoridad ha pasado de tener “dudas” sobre su vacunación masiva (aquí) a tenerlo tan claro que la empieza en menos de 100 horas. Lo mismo ha ocurrido con la sociedad de pediatría: de considerarla injustificada (aquí y aquí), a recomendarla sin fisuras (aquí). Demasiado cambio en tan poco tiempo, justo cuando la variante ómicron pone en duda la efectividad vacunal y cuando ya somos líderes europeos en dicha variante (aquí). 

Da la impresión de que cuando la incertidumbre sobre la efectividad vacunal pasa de mar a océano, con más determinación y orgullo patrio se toman las decisiones (aquí). Sorprende, cuanto menos. Igual que sorprende que los niños menores de 12 años resulten ser quienes lideran la incidencia poblacional pero no ocurra lo mismo con la positividad. Veámoslo con detalle.
¿Qué significa el porcentaje de positividad?El porcentaje de positividad de las pruebas covid (PCR + test de Ag,s) es un indicador asociado a la aceleración (cuando sube) o ralentización (cuando baja) de la transmisión comunitaria del virus (aquíaquí y aquí). En el fondo, cuando este porcentaje crece de forma mantenida nos está indicando que la transmisión comunitaria aumenta más rápidamente de lo que nosotros somos capaces de objetivar mediante la detección de los casos derivados de dicho aumento pese a aumentar también el número de pruebas. Si nuestra capacidad diagnóstica fuera suficiente para detectar todos los casos que ocurren cuando aumenta la transmisión comunitaria, la positividad no aumentaría tanto, incluso podría bajar si el número de pruebas aumentara más que la transmisión. Pero claro, dada la limitación de recursos, el virus es más rápido propagándose que nosotros detectando los crecientes casos derivados del aumento de la propagación. Por ese motivo, la positividad aumenta en parte ascendente la ola aunque hagamos también más pruebas, lo que indica que se nos están escapando más casos que cuando la positividad decrece o es más baja. La conclusión es clara: nunca hacemos suficientes pruebas en la fase de ascenso de una ola. Es decir, se nos escapan más casos en parte ascendente de la curva que en su parte descendente, aunque hagamos más pruebas en primera parte. La cosa se ilustra muy bien en la siguiente figura procedente del ultimo informe ministerial (nº 520) (aquí).

El ejemplo de la quinta ola: la ola “joven”Durante la ola pandémica del pasado verano, los jóvenes lideraban tanto la incidencia como la positividad. Lo muestran perfectamente bien las siguientes figuras procedentes de informe ministerial nº 430 del pasado 30 de julio (aquí). Esto indica que los jóvenes lideraban la incidencia sin duda alguna pues la positividad también la lideraban ellos. Ellos eran, muy probablemente, el grupo en el que más pruebas se hacían y, pese a ello, todavía hacíamos menos que las que se tendrían que haber hecho: el virus se transmitía entre ellos (y entre ellos y otros grupos etarios) produciendo casos más deprisa de lo que nosotros eramos capaces de detectarlos (aunque hiciésemos más pruebas). Por eso los jóvenes lideraban al mismo tiempo la incidencia y la positividad.

¿Qué ocurre en esta sexta ola?Sin embargo, en esta sexta ola en la que los niños lideran la incidencia, es otro grupo etario el que lidera la positividad: los sujetos de 40-49 años, seguidos a continuación por los de 30-39 años. Curiosamente, los niños muestran una positividad por debajo de la media o global, tanto el tramo de 0-9 como el de 10-19 años.  ¿Por qué ocurre esto? ¿A nadie le inquieta esto? Se muestra en estas figuras procedentes del ultimo informe ministerial (nº 520) (aquí).

Los niños lideran la incidencia pero no la positividad, ¿por qué?No sólo no lideran la positividad, es que presentan una positividad claramente inferior a la global. La respuesta es evidente: estamos haciendo relativamente más pruebas a los niños que al resto de franjas de edad. Esto les sitúa, al mismo tiempo, como líderes de la incidencia pero con una positividad claramente menor que la media poblacional. Aunque no se publican datos sobre número de pruebas por tramos de edad, esta es la explicación más razonable. Supuestos expertos y medios insisten en el relato de que los niños, al no estar vacunados, son reservorio del virus y casi principales responsables (junto con el 10% de adultos no vacunados) de la propia existencia de la ola en la que nos encontramos. El relato afirma que los niños, al no estar vacunados, contagiarían más y lo harían más, cómo no, a quienes les rodean, empezando por sus propios padres. Lo demostraría el hecho de que los tramos de edad de 30-39 y 40-49 años siguen en incidencia a la de los niños < 12 años. Pero los sujetos entre 30 y 49 años son los más reacios a vacunarse de todos aquellos grupos que por su edad pudieran ser padres de estos niños (aquí). Además, y lo más importante, los datos de positividad desmontan completamente este relato.

¿En qué grupos etarios hacemos relativamente menos pruebas?El hecho de que los sujetos de 40-49 y los de 30-39 años lideren la positividad lo deja claro. Estamos haciendo relativamente menos pruebas a estos tramos de edad que al tramo de los menores de 12 años. Es decir, se nos están escapando muchos más casos en sujetos entre los 30 y 49 años que en los niños y adolescentes. Algo que da para pensar y no poco. Pensemos, pues. Pensemos un poco, antes de echarnos al monte de la vacunación masiva de niños sanos cuando el riesgo de mala evolución de la covid19 en ellos es escaso y, por tanto, también escaso el beneficio que proporcionaría su vacunación masiva. Otra cosa, mejor pensada y razonable, es lo que proponía la propia sociedad de pediatría hace pocas semanas: vacunar sólo a los niños vulnerables por presentar enfermedades de riesgo ante la covid19 (aquí).

¿Quién contagia a quién?Consecuentemente, la cuestión que se plantea tras todo lo expuesto pasa a ser la siguiente: ¿estarán contagiando los padres a sus hijos más que los hijos a sus padres? Sabemos que las medidas anti-covid se han relajado en las escuelas en este curso escolar respecto del pasado. Aun así, las aulas son más “burbuja” para los niños que otros locales cerrados para los adultos. ¿Quiénes se mueven con más libertad de aquí para allá? ¿Quiénes llenan a rebosar el metro y demás transporte público, el interior de cafeterías, restaurantes, cines, y de otros locales de ocio, etc.? ¿Los niños < 12 años o sus padres? 

ConclusiónEn la ola veraniega tuvimos claro que los jóvenes lideraban la incidencia sin duda alguna pues la positividad también la lideraban ellos. Pero en la ola actual, la incidencia la lideran los niños pero la positividad la lideran otros: los sujetos entre 30 y 49 años. Es más, la positividad de los niños y adolescentes (0-19 años) se encuentra claramente por debajo de la positividad global. Esto desmonta el relato de que los niños (y adolescentes) sean ahora “reservorio” alguno del virus y lo estén esparciendo a diestro y siniestro entre quienes les rodean. Los datos de positividad indican que se nos están escapando muchísimos más casos entre los sujetos de 30-49 años que en los niños y adolescentes. Lo que podría incluso cambiar el sentido del contagio en el relato dominante: de los adultos de 30-49 años hacia los niños (por muy vacunados que estén esos adultos). Todo ello no hace más que apoyar la necesidad, ya destacada en este blog (aquí), de un estudio de seroprevalencia y de inmunidad celular en una muestra representativa a nivel nacional de niños y adolescentes.

¿De verdad vamos a ser ejemplo para el mundo vacunando masivamente a nuestros niños?  

Nota final Agradezco a M.A. Martín y a L. Palomo que me hayan puesto sobre la pista de los datos que han servido de motivación para la redacción de esta entrada. Sobre todo esto y más cosas, tratará la charla on-line del próximo jueves 16 de diciembre a las 19:00.Inscripción (aquí)

Fuente: https://saludineroap.blogspot.com/2021/12/los-ninos-lideran-la-incidencia-pero-no.html

Os animamos a dialogar con el Juan Simó, médico de familia en Pamplona, en la conferencia arriba mencionada (jueves 16) o en ésta, el lunes 20. Necesitamos un diálogo plural, sin dogmatismos de ningún tipo, aceptando la incertidumbre y la necesidad de un diálogo científico que abarque diversas disciplinas y sectores de la sociedad. ¡Os esperamos!, se necesita inscripción previa en ambos aforos (ver convocatorias).

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