Teresa Escudero, 23/Enero/2022
Inspirada por la estupenda charla de las doctoras Sari Arponen y Miriam al Adib (https://www.instagram.com/miriam_al_adib/tv/CYw1YakgVtl/?utm_medium=copy_link).
Me apetece dejar clara una cosa desde el principio. La inmunidad es un proceso natural, es decir TODA INMUNIDAD ES NATURAL. Podemos estimularla de manera artificial de distintas maneras, y podemos adquirirla de manera natural pasando la correspondiente enfermedad.
Hoy quiero hacer un repaso sobre la inmunidad que proporciona la medicación que se ha aprobado de emergencia para luchar contra la pandemia provocada por el virus Sars Cov- 2, y la inmunidad que proporciona el hecho de haber pasado la enfermedad.
Ya desde el inicio, los estudios de inmunidad natural que se hicieron tras pasar la enfermedad, nos daban buenas noticias. La inmunidad tanto humoral como celular que se conseguía pasando la enfermedad era robusta, duradera, prácticamente evitaba las reinfecciones con la misma variante del virus, y disminuía mucho el riesgo de reinfecciones con otras variantes. Pero claro, en personas vulnerables, el riesgo de pasar la enfermedad era importante, tanto el riesgo de hospitalización como el riesgo de acabar en una UCI e incluso el riesgo de muerte. Por ello se empezó a buscar la manera de desarrollar una vacuna o medicación que estimulara la inmunidad, de manera similar a lo que hacía la propia enfermedad.
Es decir, PASAR LA ENFERMEDAD ESTIMULA LA INMUNIDAD. Que parece que es algo que se ha olvidado en ésta pandemia, que se habla todo el rato de la protección de la vacuna… Y la protección con que nos ha dotado la Naturaleza y que nos ha hecho sobrevivir como especie al menos los últimos 230.000 años parece que se obvia o se ignora.
Y puestos a comparar, la inmunidad tras pasar la enfermedad… ¿Es mejor o peor que la que proporciona la terapia génica estimulante del sistema inmunitario? Me vais a perdonar que no la llame vacuna, luego explicaré por qué no lo hago.
Pues resulta que no. La inmunidad tras pasar la enfermedad es más duradera, más robusta, más eficiente contra distintas variantes, más eficiente para evitar las reinfecciones, más diversa porque se crean anticuerpos contra más componentes del virus…
Y es lógico, ya que la terapia sólo induce la producción de proteína S, que además es una de las proteínas que más muta, y es la razón por la cual su efectividad a la hora de prevenir la infección ya era baja con la variante Delta (más o menos los vacunados se contagiaban un 50% menos que los no vacunados), y aún más baja con la variante Ómicron, cuyas mutaciones en la proteína S le han hecho casi escapar por completo de la protección que estimulaba la terapia.
¿Por qué la llamo terapia génica y no vacuna? Porque para que una medicación se denomine vacuna, lo mínimo sería que proporcionara una inmunidad efectiva, es decir, que los vacunados no se infectaran ni infectaran a otros. Como hemos visto, ésta terapia estimula el sistema inmune, produce inmunidad humoral y celular… pero la humoral es de corta duración (los anticuerpos empiezan a descender a los 3 meses de la dosis, y a los 6 meses son prácticamente indetectables), y la celular sólo responde (lógicamente) a la proteína S, con lo cual, las variantes en las que haya varias mutaciones en dicha proteína, van a escapar sin duda de dicha inmunidad celular, como ha sucedido con Omicron. La efectividad global disminuye a los 9 meses… tanto como para sugerir la necesidad de una revacunación (en la bibliografía se puede repasar el estudio de cohortes sueco en el que baso ésta afirmación)
Si la terapia fuera una verdadera vacuna, no habría problema para los vacunados. El sarampión no es un problema para los niños y niñas vacunados del sarampión, ya que la enfermedad sólo la pasan los niños y niñas NO VACUNADOS, y son sólo éstos los que la transmiten.
Por tanto, tenemos una terapia génica que no protege de la enfermedad, ni impide la transmisión. Ojo, disminuye en personas vulnerables el riesgo de ingreso hospitalario, de ingreso en UCI y de muerte, ésto es importante, y además es indiscutible a la vista de los datos de los que disponemos en el momento actual.
Pero claro, a la hora de extender la indicación de una terapia génica experimental a los niños y adolescentes, hay que tener muy claro el balance riesgo/beneficio. El beneficio principal de la terapia es evitar COVID grave, es el beneficio demostrado y es incontestable…. Pero los niños y niñas tienen COVID grave en un porcentaje MUY bajo…
Veamos los casos de ingreso en UCI en menores de 12 años (podéis repasar éstos datos aquí: https://vacunacioninfantil.com/) : En España ingresa en UCI a causa de la COVID, un niño de cada 250.000…. Hablamos de un 0.0004% de COVID grave que hace necesario el ingreso en UCI en niños y niñas… Mientras que las notificaciones de efectos adversos graves con la vacuna Conminarty son de un 0,1% (uno de cada 1000, éstos son los efectos declarados en adultos). Es decir, con la terapia génica el riesgo de tener un efecto adverso, si se mantiene en niños el número de efectos adversos comunicados en adultos, sería 250 veces MAYOR que el riesgo de ingreso en UCI pasando la COVID.
Ya solo con éstas cifras, habría que pensarse mucho el uso de ésta terapia génica en menores de 12 años. Pero es que además, tras ésta sexta ola, lo que tenemos clarísimo es que la terapia génica NO IMPIDE la infección y TAMPOCO IMPIDE la transmisión.
El gobierno nos dice que vamos a “vacunar” a niños y niñas para proteger a sus mayores y disminuir la transmisión… Más allá del dilema ético que a mí me supone vacunar a mi hijo para proteger a su abuelo (y es un dilema ético que no sólo es mío, los abuelos de mi hijo me han dicho que si esa es la única razón, ellos prefieren que el niño no se vacune)…
Es que para lo que dicen que quieren vacunar a niños y niñas, para disminuir la transmisión y proteger a los mayores… resulta que la terapia génica que tenemos NO SIRVE.
Y en cambio, pasar la enfermedad, sí que proporciona una inmunidad más robusta, que podría disminuir tanto la infección como la transmisión… Cierto es que tampoco la limitaría del todo, los coronavirus humanos no producen una inmunidad de por vida (recordemos que la terapia génica TAMPOCO), las sucesivas reinfecciones van siendo cada vez más leves, y llegamos a la edad adulta con suficientes células de memoria para que el coronavirus que nos trae nuestro hijo o hija del cole no nos llegue a provocar una neumonía, y no nos lleve al hospital.
Por tanto, igual que las autoridades de Noruega, considero que la mejor estrategia de salud pública es proteger a los vulnerables con la terapia génica hasta que tengamos una vacuna de verdad, y dejar que los niños y niñas sanos, especialmente los más pequeños, pasen la enfermedad hasta que entre ellos consigan una inmunidad duradera.
Considero que ésta, y no otra, es la mejor estrategia para pasar a la fase de endemia. Dado que tenemos una terapia que previene la enfermedad grave, usémosla para ello, en las personas con riesgo de desarrollar una enfermedad grave.
Para el resto, y concretamente para los niños y niñas sanos, me parece más coherente apostar por una inmunidad natural como consecuencia de pasar la infección.
Y me adelanto a las críticas:
El famoso “long COVID” está todavía en estudio, no se sabe cuál es el verdadero porcentaje del mismo, ni en niños ni en adultos, y tampoco se sabe si la terapia génica lo evita o lo aumenta. Hay algún estudio en el que la vacuna disminuiría los síntomas de COVID persistente en las personas que YA LO PADECEN… Ninguno sobre que la vacuna pueda prevenir dicho “long COVID”. Tenéis más información en la bibliografía.
Revisando los últimos datos con ésta nueva variante, parece que los vacunados se están infectando MÁS que las personas libres de vacunas, como mínimo, se infectan IGUAL.
Ni el porcentaje de vacunación ni el uso del pasaporte COVID se ha relacionado con una menor incidencia de contagios. La vacunación parece haber disminuido algo los ingresos en UCI, pero lo cierto es que a nivel de mortalidad global, el porcentaje de vacunación de los distintos países no ha tenido un gran impacto, al menos en ésta última ola… Probablemente porque la cepa Ómicron tiene un comportamiento más benigno que las anteriores.
Las terapias con ARNm tienen posibles riesgos a largo plazo que NO SE ESTÁN CONTEMPLANDO, y de los que ni se habla.
Se ha dicho hasta la saciedad que era IMPOSIBLE que éstas vacunas provoquen alteraciones en el ADN… Pero resulta que hay un mecanismo, denominado retroposición (Podéis saber más leyendo aquí: https://www.researchgate.net/publication/353429622_mRNA_vaccines_Why_is_the_biology_of_retroposition_ignored). A través de dicho mecanismo, descrito tanto en ratones como en humanos, el ARNm PUEDE insertarse (y de hecho se inserta) en el ADN.
Por tanto, no es una locura, ni los que dicen semejante cosa han olvidado la biología de primero de la ESO… Es algo que PUEDE pasar… Y de hecho pasa y está descrito, CON EL SARS COV-2 https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC8166107/) .
En el artículo que cito sobre la retroposición, el autor concluye, y cito: Es infundado suponer a priori que las terapias basadas en ARNm no afectan los genomas, y que la ruta hacia la integración del genoma de los ARNm de la vacuna a través de retroelementos L1 endógenos es fácilmente concebible.
Esto implica que necesitamos con urgencia estudios experimentales que prueben rigurosamente la posible retroposición de los ARNm de las vacunas.
En la actualidad, la seguridad de la mutagénesis por inserción de las vacunas basadas en ARNm debe considerarse sin resolver.
La proteína S, en la que se basan éstas terapias génicas, INTERFIERE ESPECÍFICAMENTE EN LA REPARACIÓN DEL ADN, motivo por el cual en diversos estudios se ha abogado por utilizar otras proteínas en subsiguientes vacunas, y se insta a utilizar la terapia génica basada en proteína S exclusivamente en personas vulnerables (https://www.naturalnews.com/files/viruses-13-02056-v2.pdf)
Y sí, la RELACIÓN CAUSAL entre vacunas y miocarditis ya está establecida. Es decir, las vacunas PROVOCAN miocarditis: https://www.wsj.com/articles/researchers-probe-link-between-covid-19-vaccines-and-myocarditis-11636290002.
Aquí podéis ver las gráficas, comparadas con otras vacunas, y con las declaraciones de miocarditis asociada a vacunas en los últimos años… A veces una imagen vale más que mil palabras:
Y el problema de las miocarditis es que, aunque sean leves y a corto plazo no provoquen grandes complicaciones, provocan cicatrices en el corazón que a largo plazo pueden causar insuficiencia cardíaca, taquicardias, mala adaptación cardíaca al deporte… Problemas que no se han estudiado por falta de tiempo, y que Pfizer reconoce que podrían existir y que en los estudios que se han hecho en niños y niñas no se han estudiado porque no les ha dado tiempo (a veces éstos efectos tardan años en dar la cara).
Después de conocer todo ésto, evidentemente la última decisión es de los padres y madres de las criaturas.
Yo como científica voy a apoyar cualquier decisión, porque mi trabajo es ése, dar la información a las personas que me preguntan, y ACEPTAR lo que dichas personas deseen hacer con su salud.
Creo que NUNCA es una buena estrategia imponer decisiones de salud, sea de forma obligatoria, sea de forma coercitiva limitando libertades a las personas que no se avienen a utilizar una terapia génica experimental que lógicamente provoca muchas dudas, tanto a legos como a profesionales.
Bibliografía:
Resumen de 81 estudios que demuestran que la inmunidad adquirida tras la infección es más robusta y más eficiente que la adquirida tras la terapia génica: https://www.theburningplatform.com/2021/10/21/81-research-studies-confirm-natural-immunity-to-covid-equal-or-superior-to-vaccine-immunity/
De éstos extraigo dos que son paradigmáticos de lo que nos dicen una y otra vez dichos estudios:
¿Necesitan las personas infectadas recibir la vacuna? En éste estudio parece claro que la inmunidad sin el refuerzo de la vacuna es suficiente para evitar reinfecciones y cuando se producen, suficiente para que sean más leves: https://www.medrxiv.org/content/10.1101/2021.06.01.21258176v2
Comparación entre la protección proporcionada por la infección y la protección proporcionada por la vacuna: https://www.medrxiv.org/content/10.1101/2021.08.24.21262415v1.full
Os copio las conclusiones Este estudio demostró que la inmunidad natural confiere una protección más fuerte y duradera contra la infección, la enfermedad sintomática y la hospitalización causadas por la variante Delta del SARS-CoV-2, en comparación con la inmunidad inducida por la vacuna de dos dosis BNT162b2.
Inmunidad natural, pasaportes y discriminación. Un texto a tener en cuenta:
https://saludineroap.blogspot.com/2022/01/discriminacion-infantil-pasaportes-no.html
Disminución de los anticuerpos en los tratados con diversas vacunas, estudio de cohortes sueco: https://papers.ssrn.com/sol3/papers.cfm?abstract_id=3949410
Os copio también las conclusiones: la eficacia de la vacuna contra la infección sintomática de covid-19 disminuye progresivamente con el tiempo en todos los subgrupos, pero a un ritmo diferente según el tipo de vacuna, y más rápido para los hombres y las personas mayores frágiles. La efectividad contra la enfermedad grave parece permanecer alta durante los 9 meses, aunque no para los hombres, las personas mayores frágiles y las personas con comorbilidades.
Datos sobre ingresos hospitalarios, ingresos en UCI y contagios:
Aunque los vacunados ingresan menos en hospital y en UCI… Resulta que se contagian más, al menos con Omicron, y ésto está pasando en varios países:
Datos sobre el uso del pasaporte COVID:
Informe de Pfizer sobre farmacocinética y toxicidad de las “vacunas” de ARNm:
https://drive.google.com/file/d/17nvyftt8ghVq-WuC2tfAhD5CJAs0sm4v/view
Estudios sobre “long COVID”:
Como se puede ver, éste estudio SE ESTÁ HACIENDO, aún no tiene conclusiones.
En éste estudio, la conclusión es que el riesgo de “long COVID” es mayor si la persona CREE que ha tenido la COVID, que si la ha tenido REALMENTE.
Sobre long COVID en niños, me remito a lo escrito por la Asociación Española de Pediatría en su Revisión de la Evidencia (https://www.aeped.es/sites/default/files/documentos/covid-19_en_pediatria_valoracion_critica_de_la_evidencia_rev_ext.pdf) :
“Se han publicado escasos casos pediátricos con síntomas persistentes meses tras la enfermedad aguda (dolor torácico, disnea, fatiga, tos, síntomas digestivos, dolores óseos o musculares, síntomas neuropsicológicos). No se han encontrado datos sobre otras posibles complicaciones o secuelas a largo plazo de la COVID-19 en pacientes pediátricos.”
Carta abierta a la Ministra para solicitar la moratoria de la vacunación infantil:
https://vacunacioninfantil.com/
Fuente: https://pediatriaconapego.com/inmunidad-natural/
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