Propuestas de acercamiento de la escuela a la naturaleza para mejorar la salud y el bienestar de la comunidad escolar, de cara a la crisis sanitaria.
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Son muchos los estudios que hasta ahora han evidenciado los efectos positivos que el contacto con la naturaleza tiene a nivel físico, anímico y mental en la salud de las personas; y muchos estudios y experiencias también los que avalan los beneficios que la naturaleza aporta a la infancia a nivel educativo y de aprendizajes significativos. Pero la pandemia nos ha traído un nuevo escenario que nos parece importante aprovechar.
Tras el confinamiento provocado por la Covid-19 entre marzo y junio, la Fundación Entretantos y algunas de sus colaboradoras nos planteamos la necesitad de analizar cómo el contacto con la naturaleza había influido en el bienestar de los niños y niñas durante el confinamiento y fuera de él. El reto que supuso la educación a distancia y digitalizada en un encierro tan drástico para la infancia, que requirió en mucho casos de una difícil conciliación de los adultos acompañantes entre el trabajo, las tareas escolares y las labores caseras, junto con la incertidumbre que se cernía sobre la vuelta a las aulas en septiembre, con estrictos protocolos higiénico-sanitarios, grupos reducidos, recomendaciones de evitar espacios cerrados, etc, nos animó también a sacar a la luz los beneficios conocidos de las escuelas en la naturaleza y a analizar un poco más en profundidad lo que hasta el momento se conocía sobre la Covid-19 y la infancia. Nuestro objetivo: que las escuelas de todo el país aprovechasen la coyuntura sanitaria en la que nos encontramos para acometer un cambio significativo en la manera de entender la enseñanza y el aprendizaje al sacar las aulas al exterior. Es una cuestión de salud en esta coyuntura, pero también es una cuestión de bienestar y de mejora educativa.
Valladolid ha sido nuestro laboratorio de investigación, trabajando con 74 familias de niños y niñas de primaria a lo largo de todo el verano. Hemos recopilado datos sobre su contacto con la naturaleza (con elementos y espacios naturales, el tiempo y la periodicidad del contacto, su estado anímico, etc), su experiencia académica durante el confinamiento y sus niveles de estrés y ansiedad en el momento de realizar el formulario. Y los resultados son bastante esclarecedores:
- Un 35% de los niños y niñas del estudio han presentado niveles significativos de estrés en el área académica, en pleno periodo vacacional. Los resultados parecen indicar que el efecto del estrés experimentado con las actividades académicas durante el confinamiento se mantiene bastante más allá de la duración del mismo y parece poner en relieve la necesidad de mejorar la efectividad del aprendizaje a distancia y la comunicación entre padres y profesores.
- El 93% de los niños que tuvieron contacto diario con la naturaleza durante el confinamiento presentaron niveles de estrés bajos o insignificantes asociados al área de salud en el momento de realizar el estudio. Facilitar un contacto diario con la naturaleza mejora el factor de salud, además de propiciar experiencias de aprendizaje enriquecedoras.
- Se encontró una correlación directa entre los niveles de estrés del área de salud y el estrés académico. La reducción del nivel de estrés a nivel de salud redundará en un mayor rendimiento académico y mayor bienestar. Sacando las aulas al exterior y realizando actividades en la naturaleza, no solo se reduce la tasa de contagios frente al Covid-19 sino que se mejora la experiencia educativa.
- El efecto positivo a nivel emocional que ha tenido el contacto con la naturaleza en los niños durante la pandemia queda reflejado en cómo se han sentido mayoritariamente con ese contacto: “libres”, “felices”, “contentos” y “tranquilos”.
Y a todo este estudio hemos añadido una búsqueda exhaustiva de informes científicos y recomendaciones oficiales a nivel nacional e internacional sobre la Covid-19 y la infancia y sobre los beneficios del contacto y la educación en la naturaleza, que traen como conclusiones principales: que el riesgo de contraer el virus en espacios abiertos es 19 veces menor; que hasta la fecha no se ha descrito ni un solo contagio de Covid- 19 por superficie contaminada, según el Centro Europeo de Prevención y Control de Enfermedades; hasta octubre de 2020 los centros educativos supusieron solo un 6% de todos los brotes epidemiológicos recogidos por el Ministerio de Sanidad; el uso de mascarillas faciales y los grupos burbuja han permitido experiencias y aprendizajes seguros al aire libre durante 2020; todas las entidades sanitarias, educativas y dedicadas a la infancia están de acuerdo en que cerrar las escuelas debe ser una medida a tomar en última instancia, por los beneficios sociales, anímicos e incluso asistenciales que aporta a los niños y niñas. Y por supuesto, uno de los efectos más claros de educar en la naturaleza es la sensibilidad que adquiere la infancia frente al medio ambiente y su protección, algo muy importante a tener en cuenta en el contexto de cambio climático en el que nos encontramos.
Y fruto de las reflexiones y conclusiones obtenidas, hemos querido proponer una serie de recomendaciones para las escuelas de primaria, que lejos de ser exhaustivas están pensadas más como justificación, motivación y apoyo para proponer cambios en la manera de hacer y actualizar el modelo educativo, teniendo en cuenta los requerimientos sanitarios pero también el bienestar de la comunidad escolar y mejora de la experiencia educativa. Estas recomendaciones incluyen por supuesto el contacto diario con la naturaleza en la escuela, la formación del profesorado para trasladar el curriculum escolar fuera del aula, el diseño de experiencias de aprendizaje cooperativo y vivencial para ir dejando atrás la prevalencia del aprendizaje más verbal (maestro habla-alumno escucha, relacionado mucho más con la producción de aerosoles vectores del virus), atención más exhaustiva a la parte emocional, relacional y de socialización del alumnado (con apoyo psicológico tanto a docentes como a familias para afrontar este cambio), la formación en el uso efectivo de los recursos y herramientas digitales y por supuesto, una actualización en las cuestiones administrativas y burocráticas de los centros.
Y no estamos solas en esto. Son muchas las entidades, asociaciones y profesionales de distintos ámbitos los que se han puesto en marcha para favorecer este cambio, como la Federación EDNA, la Fundación Splora, el PRAE, la Red de Equipamientos de Educación Ambiental, pediatras o muchos colegios y escuelas que ya han iniciado este camino de cambio propiciado por la pandemia.
Confiamos que este estudio sirva para convencer a administraciones, direcciones escolares, claustros, educadores y familias de que mejorar el contacto con la naturaleza en la escuela trae grandes beneficios, para el bienestar de la comunidad escolar y de la sociedad en general.
Se pueden consultar aquí el documento con el estudio completo y el documento divulgativo resumido.
Fuente: entretantos.org
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